A todos nos han hecho daño alguna vez. Todos hemos hecho daño alguna vez, seguramente sin querer.
Todos sabemos qué es el dolor. En mayor o menor medida. Cada uno a su manera. Sintiéndolo más o menos. Expresándolo de formas distintas: unos hablan y hablan intentando expulsarlo de dentro y sentirse aliviados; y otros callan, se mantienen en silencio y no lo comparten con nadie. Cada uno según su idiosincrasia, pero con un denominador común: todos nos sentimos mal (pueden incluirse más adjetivos como: abatidos, furiosos, tristes, impotentes, cansados, sin ánimo, decepcionados...).
Es obvio que todo esto depende de la situación, como todo, porque como decía Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
A veces haces un intento de odiar a esa persona, pero ¡joder! es imposible porque si te hace daño y sufres por ella es porque la quieres. Y querer no es cosa que se olvide de un día para otro. Aunque muchas personas demuestren cada día que no saben querer; ni siquiera a ellos mismos, por eso están tan solos.
En otros momentos dices: vamos a hacer como que ni me importa ni me duele. Tampoco puedes. No puedes porque te están haciendo daño, y la mayoría de las veces que esto sucede no entiendes por qué esa persona se comporta de ese modo contigo. Te gustaría decirle: ¿por qué me haces daño?, no te he dado motivos para comportarte así conmigo.
Además, cuando te hace daño la persona de la que nunca habías dudado te descoloca y desorienta aún más. Y si encima te ignora, eso ya es horroroso. Como dice mi madre, y muchas madres más (seguro que alguna vez os lo han dicho): No hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
Cuando intentas arreglarlo, sin tener tú la culpa, y no te hacen caso te sientes como una auténtica basura. No sabes qué más quiere. No puedes hacer más. Como dice Alejandro Sanz: “Qué no te daría yo que fui capaz de amarte después de destrozarme”. No me pidas más.
Y ese dolor te lleva estar cada vez más alejados, cada uno por caminos separados…a pesar de estar tan cerca.
Y pasan los días, los meses, los años… y sigue doliendo…cada vez más…