Dios estaba cazando o jugando a las cartas…

jueves, 14 de enero de 2010
El horrible terremoto que ha asolado Haití ha dejado miles de muertos, todavía ahora no se sabe exactamente cuántos son. Se habla de 40.000, 50.000 incluso 100.000 vidas acabadas. Niños, hombres, mujeres, ancianos, ricos, pobres, religiosos… en definitiva, personas. El terremoto más destructivo de los últimos 200 años, dicen las autoridades.

Cadáveres apilados en las calles, personas que han perdido todo: su hogar, sus familiares, sus amigos, sus recuerdos…Toda su vida se ha derrumbado en tan sólo unos momentos. Un país roto por la brutalidad con la que ha actuado la naturaleza.

Sin hospitales, sin edificios, sin alimentos, sin agua…Miles de vidas destrozadas, y miles de personas hundidas y perdidas en esta catástrofe. Personas buscando con sus propias manos a supervivientes debajo de los escombros. Asustados, tristes, desolados, impotentes, vacíos; personas implorando ayuda, gritando, llorando, corriendo, ayudando, suplicando al cielo por qué a ellos, por qué Dios lo ha permitido, dónde estaba en ese momento, por qué apartó la mirada…
Miles de historias perdidas bajo los escombros. Esto es Haití.



En estos momentos, y sé que es egoísta sólo pensarlo cuando ocurren estas desgracias, me siento muy afortunada de vivir como vivo. Siento la necesidad de dar gracias por todo lo que tengo: mi familia, mis amigos, mi hogar, mis estudios…toda mi vida se mantiene y sigue su curso sin ninguna tragedia tan horrible ¿Todavía tengo el valor de preguntarme si soy afortunada? ¡Soy afortunada¡ ¡Joder, soy muy afortunada!


Y pienso que soy muy egoísta por pensarlo y dar las gracias tan pocas veces; y me siento egoísta por quejarme de mi vida. Sí, es cierto que todos tenemos problemas, pero nada comparado con lo que ha, está y va a suceder en Haití. Un país al que le pisa los talones la tragedia, y no le deja vivir en paz.
Las catástrofes, los azotes de la naturaleza… parece que siempre les ocurren a las personas con menos recursos, a las personas más pobres (económicamente hablando), a las personas que viven en el denominado Tercer Mundo. No sé porqué el mundo es así, pero siempre a los mismos… Lo piensas y dices: ¡qué maldita mala suerte!

Hago un llamamiento a dar las gracias todos los días. Por lo menos, seamos justos con los que no pueden dar las gracias y démonos cuenta de lo dichosos que somos. Por ellos, por todos, es una forma de no ser tan egoístas.
Aunque todo esto puede ser una triste y penosa forma de sentirme mejor conmigo misma, y eso sí que es asquerosamente egoísta.

Lo peor de todo esto es que dentro de un mes nadie se acordará, o por lo menos muy pocos. Esas vidas quedarán olvidadas para siempre…pero qué le vamos a hacer: somos humanos, y los humanos somos así, por mucho que nos pese a algunos.