Hay días en los que parece que el destino te tiene reservado un regalo envenenado. Hay días -normalmente los lunes- en los que ves, conoces, descubres, escuchas, y sientes fotografías, situaciones, sentimientos, acciones, conversaciones, y emociones que te amargan la existencia.
Sentir que otro vive la vida que tú quieres y tendrías que vivir es como sentir el golpe de una bofetada en la cara. Igual que hay llantos que alegran, hay sonrisas que matan. Y si una, tan solo una te mata, y la tuya no mata ya no hay más.
Cuando el destino se compincha en tu contra lo mejor es hacerlo. Date el gusto por una vez de mandar al mundo a la mierda. Suena fatal, pero es la mejor opción, aunque sea sólo por unos segundos.
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