Como un cuplé

lunes, 26 de julio de 2010
En días de tristeza, angustia, espera y una incontrolable impotencia por no poder evitar las situaciones de la vida, lo único a lo que te puedes aferrar es a tu familia. Es vital compartir tus sentimientos, tus expectativas, tus preocupaciones con ellos. Puede que no sean psicólogos o experimentados médicos, pero ellos siempre tienen la cura para nuestros males. Si bien es cierto que solemos acudir a una persona en especial, o nos sentimos ligados a alguno en concreto. Compartimos algo diferente. Estamos conectados y no sabemos por qué.

En mi caso puedo presumir y estar orgullosa de llevar el nombre de mi tía, o tata como yo la llamo, y madrina. No sólo nos une nuestro nombre, va mucho más allá. Todo se centra en el espíritu. Estamos unidas. Dicen que nos parecemos en el carácter, que somos alegres, divertidas, simpáticas y que no hay duda de que nos encanta la música y bailar. Pero no es esto por lo que me siento más orgullosa de llevar mi nombre por ella, no. No creo que exista sobre la faz de la tierra nadie con un corazón más puro y más bondadoso que el suyo. Su simple presencia desprende alegría y felicidad, y todo esto tiene mucho más mérito si tenemos en cuenta que su vida no ha sido un camino de rosas. No se cansa de dar sin pedir nunca nada a cambio. Se conforma con poco y con ese poco consigue ser feliz. Siempre tiene una sonrisa para los demás.Ella es la luz del Lorenzo que entra por la mañana, el brillo de Catalina en el cielo, ella reprensenta las ganas de vivir y de seguir luchando.

Para mí es como un cuplé gaditano: que se ríe de la vida, y le pone una sonrisa a los malos tiempos aunque no siempre apetezca, todo ello con gracia y arte. Felicidades Tata, hoy es nuestro día.