Y es que el anterior líder (o no tan anterior) del Partido Popular respondió con uno de estos gestos a unos estudiantes de la universidad de Oviedo que protestaban por su administración respecto a la guerra de Irak. Todos estamos seguros que los jóvenes no estarían diciendo palabras agradables al ex presidente, por lo que éste, al sentirse atacado, manifestó su desacuerdo con lo que comúnmente se conoce como sacar el dedo a pasear.

Está claro que no es un gesto que un político debiera de hacer, pero todos somos humanos. Las críticas le han llovido por todos los medios y lados; excepto por parte de su partido. Él sólo se ha tirado piedras a su tejado, y ha conseguido que le dediquen críticas duras que antes no se habían hecho, y que merecía: desde que no sabe perder hasta que es un prepotente y un arrogante.
Los políticos se han echado las manos a la cabeza y han dicho que cómo el ex presidente ha cometido esa acción tan absurda. Se han asombrado de la falta de respeto y de la reacción poco meditada. Piensan que un político ha de dar ejemplo y transmitir respeto a la población.
Y yo les digo: no se preocupen. Relájense. La población no es tonta y sabe de quién y de qué tiene que tomar ejemplo. Como los ciudadanos no somos imbéciles, o por lo menos algunos, les decimos: tranquilos, ustedes son las últimas personas de las que queremos y debemos tomar ejemplo. Así que ya pueden dormir tranquilos.