Siempre increíbles

jueves, 4 de febrero de 2010
Ayer me fui a la cama pasadas las cuatro de la mañana. Y es que los Carnavales de Cádiz están ya en sus cuartos de final y las sesiones de concurso son muy largas.

Otro año más sigo pegada al televisor, y bueno este año también al ordenador para no perderme ni un segundo. Yo no sé explicar lo mucho que disfruto, lo mucho que me gusta, lo mucho que los admiro. Todas mis sensaciones se explican en sus coplas; pero para mí, una simple joven, no es tan fácil porque me falta su arte, su gracia y su poesía, porque ellos son el duende. Lo que sí puedo decir es que si los veo antes de irme a dormir, me voy a la cama sonriendo y feliz.

Su forma de criticar, tan sutil y tan pícara, y tan clara. Sus magníficas voces. Sus músicos. La ironía del
cuarteto, el ritmo de los tangos del coro, el son de las comparsas y la gracia de la chirigota. Es algo que sólo ellos pueden hacer, es algo único y apasionante. Juro que no sé cómo puedo explicar todo lo que siento gracias a ellos.
La devoción y el amor por su tierra, la sensibilidad del escritor y la pasión del que lo canta, la sátira y la reivindicación de sus letras, la capacidad de representar un papel distinto cada año, la musicalidad, la maestría para hacer reír, llorar, reflexionar y sentir. La magia de los Carnavales.

Estos últimos años la comparsa de Jesús Bienvenido, con dirección de Daniel Obregón, me enamora una y otra y otra vez. Tienen una forma de hacer la comparsa que me engancha completamente. Hasta sueño con ellos, con su letra y su música, y como no, con sus componentes, porque madre no se puede tener más arte. Todo lo que hacen es bello.
Para mí, gracias a ellos y otros muchos, los carnavales no sólo son en Febrero, lo son durante todo el año, y por eso, durante todo el año puedo sonreír más que antes.




Si ya dije que siempre he querido ser negra, pues tengo que decir que siempre he querido ser gaditana; la sangre de Cádiz la llevo por mis venas, así que algo tengo ganado. Pero aunque no lo sea de nacimiento, lo soy de corazón. Como decía la chirigota del Canijo de Carmona, Los Juan Palómez; yo me lo guiso, tu me lo comes,: "Y llámame traidor pero qué voy a hacer si es donde en mi próxima vida me gustaría nacer".

Como dice nuestra gran María La Hierbabuena: "Ole, ole mi Cai, y lo digo a boca llena. Y a quien no diga ole que se le seque la hierbabuena".

Ole, ole y ole

¡Viva Cádiz!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ole ole y ole Cádiz!!Para la escritora, verdaderamente magnífico!!Yo cada vez que hablan de mí Cádiz, de nuestro Cádiz se me llena el alma de orgullo!! VIVA CÁDIZ Y VIVA SU GENTE!!

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